El propósito de este capítulo consiste en subrayar el punto que acabamos de expresar. El Padre no es el Hijo. El Hijo no es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo no es el Padre. Cada uno es Dios. Cada uno es totalmente Dios. Pero cada uno es distinto del otro. Esta verdad no es difícil de expresar, pero es completamente imposible de entender. Algunos, al tratar de hacer comprensible esta verdad, solo han logrado negarla. Normalmente sucede una de las siguientes cosas…
Page 50